Las nuevas frutas y verduras a las que nos tienen acostumbrados los hipermercados. Muy bonitos, muy coloridos, muy uniformes y poco sanos. Y poco sostenibles. Y menos justos. Hace muchos años que venimos oyendo lo del "comercio justo", antes aplicado a cultivos del tercer mundo, hoy a la vuelta de la esquina con la que limita nuestra ciudad, en la huerta que linda con ella y que ve mermado su tamaño a golpe de construcciones monstruosas que han perjudicado nuestro paisaje y de paso nuestra salud. Los agricultores no levantan cabeza con los precios que les impone el mercado. Si seguimos la variación que sufre el precio desde el lugar de origen al consumidor final seremos sabedores de la injusticia con la que se manejan estos precios. El pequeño agricultor agoniza frente a esos macro-invernaderos de cultivo rápido.
Nosotros sucumbimos a prácticas poco saludables en lo que comemos, y la tierra se resiente de estas prácticas irrespetuosas que la degradan con compuestos químicos nada sostenibles. Con este panorama, la llegada de una nueva agricultura se percibe como un rayo de esperanza para pequeños agricultores y pequeños consumidores, con la sana intención de que ambos grupos crezcan, haciendo de este mundo un lugar mejor para vivir.
¿Cómo eran los tomates cuando eras niño? |
Agricultura sostenible
Hubo un día en el que los agricultores decidieron rebelarse contra un sistema que los dejaba indefensos. Y bien vendiendo sus frutas y verduras sostenibles en tiendas a pie de calle, bien a través de tiendas online donde comprar directamente al agricultor, se saltaban un sistema que les ataba de pies y manos. Y la reacción del público fue muy positiva. Personas concienciadas que buscan calidad antes que precio, y que quieren poner su grano de arena en el comercio justo. Pero no sólo de estos consumidores viven estos nuevos comercios. Estas personas son los emisarios perfectos de esta nueva agricultura, que cuentan a sus amigos cómo han vuelto a saber cómo sabe un tomate, a qué huele un melocotón maduro o cómo cruje una lechuga que crece a su ritmo al aire libre. Cada vez son más los comercios de este tipo que se dejan ver en la ciudad y sobre todo su crecimiento ha sido en internet, donde la compra se realiza casi como a la antigua: los compradores pueden preguntar, opinar, pedir por teléfono o a través de portales e-commerce donde seleccionan, añaden a la "cesta" y pagan. Y tienen la seguridad de que los alimentos que les llegan vienen directamente de esos huertos llevados por sus propios dueños, a veces incluso son recolectados ese mismo día.La nueva agricultura vertical: los jardines y huertos de ciudad
Los huertos que vieron peligrar su subsistencia han crecido hoy hacia la ciudad. Los nuevos jardines verticales han llevado tambien a huertos verticales y a una nueva profesión: la del granjero vertical. Así como arquitectos de la talla de Norman Foster y Zaha Hadid se plantean nuevos retos con esta nueva arma decorativa y funcional, crece el interés por los estudios de ingeniero agrónomo, horticultura y biología. Y a menor escala, crecen en los balcones y terrazas de nuestra ciudad pequeños huertos urbanos. A veces son simplemente un conjunto de plantas aromáticas y alguna tomatera. Otros se atreven con algún frutal en grandes maceteros. Los más valientes cultivan en azoteas y otros en su propia casa, como este ejemplo de jardín vertical de fresas. Qué rico, ¡fresas de verdad!La última consecuencia de esta tendencia en agricultura es la decorativa. El otro día me sorprendió en un centro comercial cercano a mi ciudad un jardín vertical precioso y fresco que daba un aire silvestre a esta construcción. Este centro comercial además ha apostado por volver a realizar las compras a pie de calle, inspirando su recorrido en calles pobladas de jardines. Y este jardín vertical apoyaba esta estética dando además un aire muy cosmopolita y actual.
Jardín vertical CC Bonaire. Proyecto de DStudio |
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